Texto: Calles vacías... ciudad de carencias.

Sí, es como deambular a oscuras. No ves nada, por lo tanto nada te llama la atención. Sí, es como deambular sordo. No oyes nada, por lo tanto nada te llama la atención. Sí, es como deambular sin tacto. No sientes nada, por lo tanto nada te llama la atención. Las calles se vuelven vacías, vacías y repetitivas, que hasta la basura que camina a tu lado parece la misma de ayer. El color del cielo por el día tan brillante e infinito parece la oposición a la ciudad en la que vivo. Un lugar que poco a poco va perdiendo los sueños que plante en él y todo se vuelve tan real que, sin ninguna duda, es aburrido. Quizá todo se deba a que crezco, y que la ciudad se me queda pequeña, y que cuando era un crío todo me parecía tan grande y llamativo que me cegaba... pero no, no es eso. Simplemente es que las flores que crecen aquí se entornan alrededor de mí y me quitan cualquier libertad, cortan cualquier sonrisa, ahogan cualquier carcajada y encima se beben mis lágrimas sacando sus raices de los suelos rocosos. El día a día, tan vacío, en esta ciudad es como una tortura ancestral, una espiral de desquicio que golpea tan profundo como el propio negro ébano que poco a poco inunda mi cerebro, ese negro que caracteriza todo lo malo... la negatividad, el odio, la soledad, la violencia. Ya ni mis propios pilares de apoyo se salvan, se vuelven en mi contra y se derrumban sobre mi cabeza, sobre mis ideales, se vuelven una carga en la espalda que no hace más que empeorar la situación y que flaquee para huír de todo... o más bien para atarme en contra de la mínima voluntad que siempre he poseido. En el fondo busco a alguien, a algo, un sitio... eso es... un sitio que me de paz, que me de alegría, que me de amor, un verdadero lugar donde sentirme yo. Y así, encontrar ese camino que recorrer con la fuerza, el anímo y la alegría de un cielo celeste brillante; esa gran carencia en esta vacía ciudad.

...Clientes*