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Reseña: Salón del Manga de Granada.
En la cola no había mucha gente todavía, así que no tardamos mucho entrar… pero tras colocarnos nosotros empezó a llegar todo el mundo y aquello cogió una longitud considerable. Yo compré la entrada de 7€ con la cual me llevaba una serie de anime completa. Bueno, al entrar al recinto seguimos al Quemao que busca a su amiga Sora, para saludarla y tal, cosa que Koga y yo aprovechamos para irnos yo a pedir mi serie que no sabía donde cogerla. Al llega entrego la entrada y pido que me den la de Outlaw Star (Anime que marcara el inicio del salón para mi, y su final).



Fotos: In the green




Lugar: Parque de Los Juncos, the CartthagO
Horario: 13:35
Explicación: Tranquilamente estaba solo. Leyendo un manga y mirando a mi al rededor, y quise mas o menos poder retratar el momento con la cámara. Será que me gusta leer al aire libre.
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Bueno, se puede decir que con esto inauguro una nueva sección para el BLOG. No hace falta que explique nada ¿verdad? Son fotos que saque y que me parezcan interesantes, solo dire el lugar donde las eche, la hora, y etc etc... También no solo serán fotografía, valen también SCREENS y otras cosas que vea por ahí, pero siempre seran que las hice yo (en el caso de las screens, sera que yo le dí al "IMPR. PANT.").
Premios: ¿Alma con arte?

¿En qué animal me reencarnaría?... personalmente no creo en la reencarnación, pero si tuviera que reencarnarme en un animal, me gustaría que fuera en un lobo, o en un caso especial, un conejo (y no busqueis doble sentido con frases conocidas).
¿No podría vivir sin?... respirar, obviamente, como todos creo... pero en el fondo, no puedo vivir bien, siendo feliz, sintiendome vivo, sin quien quiero.
¿Lo que más aprecio de una persona?... amabilidad, cariño y sinceridad.
¿Suelo vestir de color?... sonara estúpido, pero tengo ropa que me compró mi madre, así que no hay un color definido... pero siendo sincero, verde, negro y blanco.
¿Tres palabras que me definan?... celoso, estupido y aburrido.
¿Un lugar al que viajaría?... primero quiero si puedo recorrer toda geografía española, y después viajar a Japón, sobre todo a Hokkaido, su frío, su nieve blanca.
¿Mi cita favorita?... se puede decir que es "Memento Mori", aunque se sabe que no es la frase original que se pronunció, pero la recogieron así.
¿Algo que quiero hacer?... escribir una novela corta, ir a ver a quien quiera cuando quiera porque quiera, y conseguir dormir los días de semana mas de 8 horas seguidas otra vez.
¿De mayor quiero ser?... prefiero quedarme en un adolescente con problemas sentimentales la verdad, pero si me dan a elegir, quiero ser alguien que pueda elegir lo que quiere hacer, lo que de verdad le gusta, y disfrutar con ello.
¿Mi mayor morbosidad?... ¿practicada o sin practicar? Porque de eso depende mucho la verdad... igual, no la contare, intentad descubrir algo entre algun texto.
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Gracias por su encarecida atención, y que pasen una buena tarde.
Texto: Reloj.

Tranquilamente miraba la hora en su reloj, y se asomaba a la calle para otear el fondo de esta. Llevaba un vestido blanco, por debajo de las rodillas, que junto a su pelo, largo y suelto, se ondeaba por el viento. Era tan pura. Ese fue el primer rasgo que pude captar en ella, parecía una niña jugando a ser mayor en la parada del autobús.
Mi nombre es Kazuhiko Katzu, pero todos siempre me llaman Nikei (NI=2 KEY=K). Tengo 16 años, y creo que en toda mi vida nunca me he enamorado, de ahí, que la verdad no sea una persona capaz de expresarse de una forma elegante al hablar de sentimientos… bueno, en verdad, hasta aquel día nunca había sentido nada. En verdad, palabras como amistad o familia no eran más que eso, palabras, en el fondo no sentía nada, bueno, tampoco soy tan frígido como para no sentir nada, pero lo que quiero decir es que no conseguía llenar mi interior. En cierto modo, siempre había sentido que algo dentro mío faltaba, como un reloj de manecillas que nadie le ha puesto pilas, ese era yo, estaba detenido en mi mundo sin que nadie me ayudara a moverme. Para que lo entendáis bien, mi mundo es algo así como una mezcla de una banda sonora rockera que inunda todo a mí alrededor junto a mi imaginación cambiando el sentido de las cosas. Un ejemplo sería que para cualquiera que camina por la calle hacia mí, está caminando; en cambio, en mi mundo, mezclado con mi música yo no dejo de pensar una situación mas retorcida y convierto a esa persona en alguien que viene hacia mi, a matarme en realidad, pero que lo disimula ¿No es todo más divertido así? Bueno, claro, divertido es hasta que un día me pase de verdad y ya lo tenga tan asimilado que no me lo crea. Bueno, ese era mi mundo, hasta como bien dije antes “hasta aquel día nunca había sentido nada”. Un día paso, un día sentí que el reloj de mi corazón comenzó a moverse solo, no tenía pilas pero se puso en funcionamiento, algo así como una descarga eléctrica que penetro quebrando mi mente y encendiendo los pequeños circuitos en mi pecho. No es necesario que cuente mucho, además, ese es el inicio de este relato, simplemente esperaba el autobús, sentado como siempre, y en ese momento ella apareció por mi diestra. Al principio no paso nada, como llevaba la cabeza agachada solo le vi los pies, tened en cuenta que estaba viviendo en mi mundo como siempre, y mi mundo estaba en ese momento depresivo. Pero cuando al rato me levante para ver que el autobús venía, mi mirada quedo colapsada. No podréis nunca imaginar lo que sentí, es algo así como si estás muriéndote día a día y de repente alguien para despertarte y gritarte “¡VIVE!” lo hace junto a un puñetazo directo al pecho, algo que te hace comprender todo el sentimiento del mundo, y a la vez todo el dolor que puede acarrear. Absorto me quedaba mirándola, y apartaba la mirada avergonzado cuando simplemente torcía su cara hacia el otro lado. El simple gesto de verla girar su muñeca para ver la hora en su reloj de pulsera la hacía tan extrañamente atractiva. Sin darme cuenta estaba fuera de mi mundo, había apagado la música de fondo y dejado de imaginar cosas; tranquilamente la escuchaba tararear una cancioncilla, que me sonaba conocida, de haberla escuchado en algún anuncio de la televisión o por la radio, uno de esos días que vas en taxi por no andar. Me levante del asiento al ver que el bus se acercaba a la parada donde estábamos. Un miedo absurdo me abrumo, no paraba de preguntarme si se montaría en la misma línea que yo, o subiría en otra; si podría seguir mirándola un rato más. La verdad es que sonaba idiota, nunca me había enamorado, ¿y ahora lo hacía a primera vista? No creo que fuera eso, sino que vi en ella algo que llamo mi atención y me hizo comprender que era eso que en mi interior pasaba. Mientras el autobús, aún a lo lejos, se acercaba yo no podía apartar la vista o del frente, o de ella, es más, sus muñecas me cautivaban, el color de su piel que se oscurecía en sus iris que parecían caramelos de dulce de leche, tan suaves a la vista. Ella no paraba quieta, bajando y subiendo de la acera. Pero en uno de esos movimientos todo se convirtió en caos. Un coche que giraba a demasiada velocidad, un tobillo frágil, un movimiento instantáneo con fuerza de empuje hacia atrás y adelante, un derrape, un choque, la mancha de sangre, y mi cuerpo en la carretera dolorido y cada vez mas dormido. Todo paso en un segundo, ella perdió el equilibrio al doblarse el tobillo y al ver el coche que no podía frenar mi cuerpo la tomo de la muñeca impulsándola hacia atrás pero dejándome caer a mí, precipitando mi alma hacia un agujero negro. Tirado mi cuerpo, sin dolor, comencé a oír una voz muy suave que gritaba mientras se acercaba a mí. Sus ojos se habían manchado en lágrimas, por alguien que no conocía, yo no podía mover mis labios, no podía modular palabras, solo la miraba mientras sonreía, mientras ella gritaba que aguantase, y al conductor que llamase a una ambulancia. Daba igual, estaba feliz, llegara o no esa maldita ensordecedora ambulancia con sus luces. Cuando mire sus manos en mi pecho pude volver a ver el reloj en su muñeca, roto. Se habría roto en el momento en que la empuje hacia atrás para evitar el choque. ¡Era eso! Eso era lo que me llamaba la atención, que ella poseía lo que a mi me faltaba, el transcurrir infinito de las manecillas. Ahora que ya no estoy siento habérselo robado y no haberlo empleado mejor… o quizá fue su propio reloj, que me dio cuerda a mí para salvarla a ella, pudiendo predecir nuestro destino. Espero que ella sea capaz de encontrar otro reloj que gire como ese.
Mi nombre es Kazuhiko Katzu, pero todos me llaman Nikei, de 16 años, quien falleció por encontrar lo que le faltaba en su vida. Y si lees esto, y aunque te parezca raro que un muerto pueda escribir, es que hablo a través de alguien al que le ofrecí la inspiración de narrar mis únicos momentos de auténtica vida.
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Este es un texto a depurar, pero me resulto divertido escribirlo. Pienso, cuando le de mil vueltas, emplearlo para el concurso de literatura junto a "MASQUERADE"