Texto: Árbol podrido...

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 "Si fuera de madera no pertenecería a la humanidad" así empezaba un libro que una vez leí y que hasta ahora no me hizo reflexionar. En las entrañas de esas hojas se escondía el dolor de un hombre, un monton de palabras ya muertas que perduraban sobre un papel que simbolizaba lo que el sentía. Pues así, él creía que no era más que un árbol podrido, un conjunto envejecido y que poco a poco, con los años desgastaba la madre naturaleza, aquella que lo creo. No escribió estas palabras un hombre viejo, amargado y cansado de la vida, sino, un joven que dentro de poco pasaría los 30 años, pero que para él, sus casi 30 años eran como si hubiera vivido 100 en un estado de autodestrucción constante. Se definía como un árbol por la caracteristica de que le quedaban demasiados años amargados por delante, y podrido porque él sabía que no quería que esos años perdurasen por mucho más. ¿Qué lo llevo hasta tal punto? ¿qué hizo que sintiera esa sensación de vida y muerte a la vez? Una y otra vez, las hojas, se llenaban de palabras corrosivas para uno mismo, adjetivos que no dejaban entrever rayos de luz a traves de "ramas muertas que se extendían en la copa".Poco a poco, se tornaba y más oscuro, a cada página que girabas, parecía que se derrumbara más y más, pero, lo más paradójico de todo, era que cada hoja estaba mejor que la anterior, y no me refiero en el estilo de escritura, sino, en el estado. Mientras que más se deprimía su alma y se consumía a sí mismo, el libro iba teniendo mas vividez, las hojas eran mas cuidadas y brillantes, un blanco envidiable. ¿Acaso sentía que remacería allí donde sus palabras quedasen, y por eso decidió cuidar tanto el estado? Me engañaba a mí mismo. Simplemente no se daba cuenta, pero cada tarde que el cogía una pluma y un nuevo folio, quizá habían pasado semanas sin apuntar una sola nota en el libro, así, las últimas hojas estaban mejor conservadas que las anteriores. Lo más sorprendente era que la decadencia en la que él mismo se sumergía era en un constante decenso, no había apenas un cambio brusco en todas las líneas, siempre lentamente, como si por los escalones hacia lo más podrido de su ser te invitara a bajar, y pasaras por todos sus estados. Así mismo, el viaje está inconcluso, llega un momento en el que deja de relatar, ya no hay más; y tampoco se sabe que le paso a aquel hombre que escribía... quizá se harto de explicar el tranquilo y confuso descenso, y simplemente, al ya encontrarse solo en el fondo, decidió consumirse al fin... o quizá se dio cuenta del juego de las hojas blancas, que provenientes de árboles más jovenes le daban un día más fuerzas para seguir, y decidió usar esas fuerzas para dejar un viaje inconcluso, con una última página completamente en blanco, somo si te empujara a salir de allí para siempre. Solo sé que esa última página en blanco te demuestra que por muy negro que sea la tinta con la que se escriba, siempre uno puede salirse del guíon... así mismo, podemos alejarnos del dolor y la amargura. Ese fue, el mensaje del árbol más joven y podrido de este mundo.
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Me gusta, creo que sí, creo que es un texto que consigo escribir que no me arrepentire de eél despues *alza las manos juntas al cielo y pide a Dios que no le encuentre errores al final*. Y bueno, dentro de lo que suelo escribir, muchas veces con tono oscuro y negativo, hoy he sacado algo de luz de toda esa maraña de cables negros, una chispita con la que cerrar un texto oscuro más, otro más para la colección... que se le va a hacer, me gusta escribir sobre las cosas que hacen daño, las cosas que duelen de verdad y no son físicas... es algo así como (junto con el sentimiento de amor y felicidad) el propio sentimiento humano, teniendo en cuenta que hay veces que es como más tiempo nos sentimos, y sin lugar a dudas, el sentimiento que de forma más complicada nos abandona, porque es tan profundo que nos cuesta horrores arrancarlo.
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1 opiniones:

La podredumbre dorada dijo...

Ferchu: la idea es muy buena, un tipo que cada vez se hunde más y que paradójicamente el material en el que escribe cada vez presenta un estado más cuidado. Así planteado, hasta podría ser una narración de Kafka. El problema creo que es la explicación, o sea el hecho de aclararle al lector, "esto quiere decir tal cosa y esto tal otra cosa" No porque eventualmente la conclusión sea irrazonable sino porque angostás el espacio para la interpretación del lector, y le sacas, digamos, misterio, a lo que contás. Por otro lado, creo que siempre tus mejores aciertos tienen que ver con los detalles menores y no tanto con el "gran tema". Quiero decir que meterse con "grandes temas" es tentador, pero siempre es difícil. Es un poco lo que te decía cuando me explicabas tu intención de narrar la vida de un asesino. O lo llevás para el lado cómico, o delirante, o se te hace muy cuesta arriba. En "árbol podrido" estás justo en el límite. El inicio del texto es excelente y enigmático, y el final es otro acierto total, o sea no saber por qué el tipo dejó de escribir. Pero creo que en el medio te concentrás mucho en su depresión, y capaz sería mejor concentrarte un poco más en los detalles secundarios. En vez de hablar de su dolor, su angustia, y cómo la siente, estados de ánimo que son difíciles de transmitir en palabras, por ahí estaría bueno fijarte en los aspectos más cotidianos, en la vida de todos los días del tipo, y cómo esa angustia se trasluce en sus gestos habituales. No sé, es una idea. Y un último consejo es que veo que escribís de un tirón, y eso está muy bien. Pero no está de más releer, como para darle una forma un poco más prolija. Igual eso (todo en realidad) queda a tu criterio, yo te doy mi opinión, pero el que manda sos vos. Abrazo grande! Anto

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