Reseña: Ready, Set... ¿go?

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Bueno, mañana a esta hora estaré con los últimos preparativos de mi viaje a Sevilla. Para este viaje, de mas larga duración que los anteriores (una noche mas) he tenido la suerte de ahorrarme el dinero del alojamiento, gracias al buenazo de Yuta, que me tendra 2 noches acogido en casa de su madre, y otras 2 en casa de su hermana. Al menos espero caer bien, porque estaré allí mas que como invitado, como sirviente (por mucho que Yuta diga que no). Y bueno, ya que esto estaba muerto, se me ocurrió que una forma de ponerlo al día era con este viaje, aprovechando y plasmando una de mis mayores teorías, que elaboré a lo largo de los años, y que cada viaje suelo encontrarme con ella. Sin mas preambulos, espero que esta anécdota sea divertida para todo aquel que la lea.

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¿Quién cuando era pequeño no recuerda su primer acampada? Las horas antes de esta, e incluso el día anterior, te revolucionabas en nervios y tenías ganas de salir ya. Mientras tú feliz de todo dabas botes por la casa o hablabas con tus muñecos contándoles del viaje que ibas a emprender (al menos yo lo hacía), tu madre te preparaba lo que sería tu bolso para una sola noche fuera. Claramente el concepto de que un niño lo mas probable que haga sea ponerse la ropa del día anterior, o en cualquier caso cambiarse solo la camiseta, tu madre no lo registra, así que comienza por meter un pantalon mas por sí te manchas, dos pares de calcetines por si te mojas alguno, otra muda de ropa interior, dos camisetas por sí se te mancha una, una sudadera, una chaqueta, el cepillo de dientes, la pasta de dientes y demás cosas que ella vea necesario. Tras aquello, cierra esa maleta y la deja al lado de la puerta, la cual tu miras como un niño pequeño y no le das demasiada importancia... no te paras a pensar en el mecanismo interno que ha llevado hacer esa mochila, que te pondras a la espalda y notaras que está sin presión ninguna. Los problemas del viaje se inician cuando es el último día y hay que volver. Un niño organizado quizá hubiera ido sacando de a poco las cosas, pero normalmente las cosas habrían salido de una de esa mochila. El problema empieza cuando tienes que volver a meter toda la ropa en la maleta, algo que se vuelve imposible porque por mas que intente ordenar las cosas, ahí todo no entra. Al final el niño se va con dos camisetas por encima, unos calcetines de guantes y con la chaqueta, además de la sudadera. Pero esto no se soluciona a medida que creces, puesto que la historia se repite siempre que tu madre te haga la maleta. La única conclusión a la que se ha llegado actualmente es que la ropa sucia tiende a engordar y ocupar el doble de espacio que antes. Suena descabellado, pero es cierto, se puede comprobar como 4 camisetas bien limpias y dobladas ocupan muy poco, pero como 4 camisetas sucias y dobladas, tienden a ocupar el doble ¿por qué? No sé sabe pero es así, al parecer las particulas se acumulan en el material principal y hacen que este se engorde el doble. Pero este extraño fenómeno solo se forma cuando es una madre la que realiza la maleta, no cuando es el hij@ quien lleva la actividad, porque lo que entra en su maleta, vuelve a entrar a la vuelta. Así que, para evitar que los niños parezcan un monstruo hecho de ropa sucia al volver de los viajes, se apolla la actividad de hacer una asignatura nueva que se llamase "HACER LA MALETA PARA LOS VIAJES".

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