Texto: A Bell


Un sonido tan puro que oscurecía el ambiente. Su melodía incesante y repetitiva conseguía colmar cada rincón del lugar. Juntos mirábamos como en el vacío, el eco del sonido rebotaba una y otra vez con las duras paredes. Nada más cabía en aquella pequeña habitación. Nuestros cuerpos esparcidos por el suelo, nuestras almas dulcemente atrapadas en la cadena interminable del sonido, y aquella pequeña luz que recorría las piezas de metal. Era imposible querer hablar, ni aunque nuestros corazones gritaran con vehemencia y todo el dolor del mundo, jamás podríamos oírnos. Ni siquiera hablar con nuestros gestos podíamos. En un lugar tan pequeño, no podíamos sentirnos, mas lo único que ocupaba nuestras sensaciones era aquel sonido. Solo oíamos el latir de nuestros corazones juntos pesé a todo lo que no podíamos demostrar, esperando el día que de verdad pudieran sonar al unísono… como el dulce sonido de una campana.


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Bueno, antes de nada se puede decir que es una metáfora del mundo, del mio personal, quiero decir, los lugares que conozco y en los que enlazo mi vida. Además, es mi forma de sentirme, de una forma exageradamente romántica, pero es principalmente eso... es la forma de querer expresar que muchas veces lo único en lo que puedo pensar es en esa otra persona que deseo tanto simplemente poder escuchar reir, y aunque suene duro, incluso llorar, esa persona de la que jamás me cansaría de oir el latir de su corazón.




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